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Con las cenizas impuestas, nos preparamos para la Conversión

  • Foto del escritor: salyluzpr
    salyluzpr
  • 13 feb 2018
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 12 nov 2018



Con las palabras, “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”, la iglesia inicia el periodo de la cuaresma, tiempo de preparación para la pascua. Precisamente el miércoles de ceniza es el día que marca una secuencia de cuarenta días cuyo mensaje constante es el llamado a que cada fiel tenga y experimente una conversión del corazón. Es una tradición que la usaban mucho los hebreos cuando celebraban alguna fiesta importante o realizaban sacrificios. Estos acostumbraban cubrirse de cenizas para estar purificados y deseosos de convertirse de la mala vida a una vida santificada y guiada por  Dios. En el inicio de la Iglesia, para las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación, esto representaba su voluntad de convertirse. Sin embargo, desde el siglo XI la imposición de la ceniza adquiere un sentido penitenciar  y se hace costumbre imponer la misma al iniciar los 40 días de penitencia y conversión, o sea la cuaresma.


Las cenizas que son impuestas de forma voluntaria, se obtienen al quemar las palmas que se bendijeron el anterior Domingo de Ramos. La imposición de ceniza tiende a recordarnos nuestro paso efímero por este mundo, moriremos y nos convertiremos en polvo. Es importante señalar que cuando el sacerdote, o su representante autorizado, nos impone la ceniza, hay que tener una actitud dirigida a convertirnos y, mejorar. De esta forma tener una amistad con Dios. Cabe señalar que a ceniza se le impone a los niños y a los adultos.


  La iglesia invita a las prácticas piadosas durante el miércoles de ceniza, entre estas sobresalen el ayuno y abstinencia. La abstinencia es obligatoria a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

            Como se indicara anteriormente,  la ceniza es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Debe ser un tiempo de reflexión sobre cómo ha sido nuestra vida y establecer nuestro caminar en el seguimiento de Jesús. Es entrar a la cuaresma y reflexionar sobre nuestro comportamiento, acciones y actitudes hacia nuestro prójimo, hacia nuestra familia,  profundizando en el mensaje de amor de Jesús.


 El miércoles de ceniza marca el  tiempo de lograr perdonar a aquellos que me han ofendido. Es el momento de vivir fiel e intensamente la oración del Padre Nuestro en nuestras vidas.  

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